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miércoles, 10 de noviembre de 2010

SIETE VIDAS TIENE UN GATO

Max y Suun Liu, mis queridísimos gatitos:


Aunque también va esto de "Flores"... En fin, comencemos:

Dicen que los gatos tienen siete vidas. Eso por estas tierras y mares y hasta en las artes y, cómo no, algunas canciones como ésta en la que "ella", para mí, es LA VIDA:



En los países anglosajones consideran que no son siete sino nueve las vidas que tienen los gatos. Yo no sé si realmente será sólo una, como las de las personas, pues he descubierto que las personas tenemos, al menos algunas personas, dos, o al menos eso es lo que me ha pasado a mí, y he empezado hace muy poco a vivir mi segunda vida. Literalmente. Os cuento:

No sé cuándo empezó todo, pero sí que llevaba muchos años con enfermedades y problemas, de médico en médico que se pasaban la pelota de uno a otro y yo mientras tenía mis épocas fenomenales, regulares y fatales... con sus correspondientes problemas en otros ámbitos de la vida, que se iba deteriorando lentamente, casi imperceptiblemente pero de una forma innegable. Llegó un momento en que, no sé si por suerte, ahora que lo pienso, me puse bastante mala; una temporada larga de enfermedad en enfermedad repetida y, entonces, el 30 de abril de 2009, por fin me llegó el diagnóstico terrible: padecía una grave enfermedad que conllevaba una dura operación ante la alternativa de la muerte segura (de ahí lo de mencionar la suerte por haber detectado lo que me pasaba y a tiempo de poder salvarme). La operación tendría lugar en dos fases, con dos operaciones distintas y un postoperatorio muy duro en cada una de ellas. La parte buena de todo esto es que aún estaba a tiempo de solucionar todo el problema y conseguir salvarme.

Ese día me llevé un duro golpe, obviamente, pero al mismo tiempo lo afronté con serenidad y fuerza; hacía mucho que estaba mal y era uno de los resultados posibles, no el peor pues estaba a tiempo de solucionarlo pero sí el segundo empezando desde el final. Y aunque era uno de los que barajaba como posible, fue duro para mí y más aún para mi familia y seres queridos, que no se esperaban "tanto"  aunque sabían que bien, no estaba, pero dado mi aspecto sano (de hecho los médicos pensaban que (psico)somatizaba y lo que tenía y de lo que me quejaba era real, pero más bien producto de problemas psicológicos, y hasta estaba tomando un tratamiento psiquiátrico para la ansiedad y la depresión y poder pegar ojo por las noches. En fin, no quiero ni acordarme de eso, pues hubo algunas personas que ni me creyeron, y el hecho de que no confiaran en mí algunas de ellas me  dolió tanto... aunque ya casi ni me afecta y casi ni me acuerdo, pues creo que el que no confía, no ama ni quiere, así que las cosas son como deben ser casi siempre, y quizás era yo la equivodada viendo unos sentimientos que no existían. Y, por desgracia para mí, pude "demostrar" que yo tenía razón y que tenía algo, que no estaba bien y que no era quejica ni me inventaba síntomas ni nada así, a pesar, insisto, de mi aspecto sano (las apariencias engañan; y el que sólo crea en ellas no merece mucha atención, a mi modo de ver).

Tuve que esperar un año y casi un mes para que llegara por fin la primera de ellas, pues al ser tan complicada me recomendaron que lo hiciera por la Seguridad Social, dado su equipamiento y técnicas tanto en cuanto a pruebas, aparatos y materiales como en lo referente a los profesionales y las posibles complicaciones de las graves intervenciones.  De hecho, si durante las operaciones que tienen lugar en una clínica privada surge algún problema, el paciente es trasladado inmediatamente en ambulancia al Hospital, por lo que ni lo dudé, aunque fue un tiempo duro y difícil para mí, quizás el que más durante esa época, entre la ansiedad ante el miedo a que empeorase antes de la operación y no llegase ésta a tiempo y las pruebas a las que tuve que someterme, así como el malestar en aumento de los síntomas de la enfermedad en sí misma. He pasado mucho tiempo de ese año con el anterior blog y con los vuestros, y habéis sido una parte importante en mi compañía y entretenimiento para no pensar demasiado y no desbordarme ante la desesperación e impotencia que sentía  ante la espera que se me hacía infinita.

Tras muchos avatares, por fin llegó el día y tuve la primera operación el 20 de mayo de 2010; todo salió perfecto, el cirujano que me adjudicaron, por suerte es  uno magnífico, un eminente profesional requerido incluso desde el extranjero, que además no quemó la hornada que se le quema al mejor cocinero, y una excelente persona que hasta los fines de semana venía a verme (y en la segunda operación, también durante sus vacaciones).  Nació en otro país que me gustaría muchísimo visitar cuando esté recuperada, a modo de peregrinación personal simbólica, y conocer el país que dio vida al que me dio a mí la segunda.

Pasó el tiempo necesario para poder llevar a cabo la segunda y por fin tuvo lugar el 8 de octubre pasado; todo volvió a salir estupendamente y, después de otra relativamente larga hospitalización ya estoy en casa siguiendo la recuperación, que es lenta y dura, pero tan feliz y contenta que no me puedo ni creer que me he salvado, que no tengo ya nada más que recuperarme y empezar esta segunda vida que es un regalo tan grande que mi alegría es infinita, a pesar de todo lo pasado, de los dolores y molestias actuales, de las dietas tan duras, de los problemas secundarios de todos los ámbitos de la vida derivados de todo esto y de todo lo que haya que pasar, que se lleva genial sabiendo que es la forma de empezar a vivir de nuevo.

Y ahora, como puedo, no dudaré en volver a reir.



Ya está, nada más y nada menos, pero, aunque no suelo hablar de mi vida privada en público, quería contaros esto tan personal para compartir con vosotros mi alegría: con los que estáis bien para que apreciéis todo lo que tenéis; para los que no estáis tan bien para que os animéis y luchéis con todas vuestras fuerzas, que en mi caso, básicamente además de la ayuda del cariño de todos los seres queridos (incluidos mis gatitos, jaja),familia, amigos, vecinos, conocidos -todo el mundo se volcó conmigo- y el positivismo y el sentido del humor (sí, es una fuerza grandísima, de verdad) fue el fabuloso trato recibido por todos los profesionales y trabajadores del Hospital A Coruña, del CHUAC, a los que siempre estaré agradecida, así como especialmente a mi cirujano (y todo su equipo, por supuesto) que, si mi madre (y mi padre) me dieron la vida, él me dio la segunda; y a mi doctora de cabecera, que siempre me creyó (con lo que le costó a otros, a tantos). Influyó hasta el magnífico paisaje del que podía gozar en mi habitación (¡estuve en la misma las dos veces!) desde la planta décima del Hospital, impresionantes desde toda la planta también por la que tanto paseé, y los demás pacientes y sus acompañantes, todo el mundo tan amable y alegre que contribuyeron mucho a la recuperación.

Y si a alguien puedo ayudar con mi experiencia, que no dude en ponerse en contacto conmigo por correo en fauve2ARROBAgmailPUNTOcom; estaré encantadisima de ayudar -si es que puedo hacerlo- a quien lo necesite.

También quiero ahora recordar a todos los que no pudieron tener esta gran suerte y se quedaron por el camino, cuánto debo dedicarles a ellas y ellos "mi" victoria; lo pongo entre comillas porque confluyeron muchas personas y factores para que pudiera ser así y ellos no tuvieron esa oportunidad, así que me considero muy afortunada y estamos ahí, empezando a vivir otra vez, también en parte por ellos.

¡Qué bonito es vivir!